Cuando observamos jugar a los niños nos sorprenden muchas cosas. Su naturalidad, su capacidad de adaptar su juego con cualquier cosa u objetos sólo con el uso de su imaginación, su flexibilidad, etc. Tal vez alguno, al verlos jugar, sienta cierta añoranza no tanto quizás de la niñez sino de aquel estado de felicidad y bienestar. Este bienestar, este estado hoy, gracias al paso del tiempo, nos parece a veces bastante lejano.
Hemos perdido (los adultos) la capacidad de de jugar, de sentir el placer por el movimiento. Todo lo debemos hacer bien para poder disfrutar. Si bailo tango, salsa, debo hacerlo bien para disfrutarlo; si juego tenis o futbol es a ganar, sino nos amargamos. Esto hace que vivamos en un esfuerzo constante, que vivamos continuamente crispados. Nuestro cuerpo ha pasado a ser un objeto de exigencia.
Frente a todo esto aparece cierta mirada del pasado que parece llamarnos a gritos la atención. Disciplinas como el yoga, el tai chi, el qi gong, la acupuntura, nos hablan de otro tipo de cuerpo. Nos hablan de un cuerpo que es energía, de un cuerpo que esta conectado y pertenece a todo el universo que lo rodea. Nos hablan de un cuerpo cuya naturaleza es que está hecho de la misma sustancia del universo al que pertenecemos. Nosotros somos parte de la naturaleza, somos naturaleza. De hecho la acupuntura nos dice que poseemos 5 elementos (Tierra, metal, agua, madera y fuego) que nos dan forma.
El TAI CHI CHUAN, como tantas otras disciplinas taoístas, nos propone un camino de retorno a esa fuente de naturaleza que está dentro nuestro. Volver a ese estado de flexibilidad y de relajación que alguna vez sentimos cuando fuimos niños. Una de las premisas principales del tai chi es la relajación (SOONG). Una relajación en el aquí y ahora del movimiento. Una relajación que debe ser tanto corporal como mental. Por lo tanto es imprescindible que nuestra práctica no esté teñida de exigencia (de perseverancia sí pero no de exigencia). Para ello uno de los motores es el placer. Encontrar es placer de mover libremente el cuerpo pero (y aquí está otras de las premisas) con registro conciente. Volver a jugar con el cuerpo y la naturaleza.
Esta relajación poco a poco permite que se vayan abriendo los canales de energía (meridianos) y las articulaciones. También nos permite ser mas sensibles a como se mueve el cuerpo, que tensiones realizamos, y a cómo se mueve la energía o QI.
El hecho de que el TAI CHI sea un arte marcial hace que sea mucho mas rico aún. Hace que podamos aprender (no sólo a defendernos, que es lo de menos hoy día) sino a percibir la energía del otro, aprendemos a ver cómo reaccionamos a ella y cómo podemos modificarla para el bien de ambos. El aspecto marcial llamado Tuei Shou (juego de manos) nos abre un mundo de autoconocimiento de nuestro qi y cómo lo estamos usando.
Con todo esto el tai chi nos conecta con lo mas esencial de nosotros, nos lleva de vuelta a ese estado perdido de conexión con la naturaleza que nos rodea. Quizás volver a jugar como lo hacíamos de niño. Con naturalidad, con la capacidad de adaptarnos a las situaciones con imaginación y con flexibilidad
Lic. Adrian Corbo
Medicina traidicional china
Acupuntura - Auriculoterapia
Tai Chi Chuan - Qi Gong
Moxa y Ventosas Chinas
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